lunes, 2 de septiembre de 2013

CUENTO DE PREJUICIO Y EXCLUSION

La literatura se emplea mucho como ayuda didáctica para llegar a los objetivos de la educación para la paz. Éste es un cuento clásico de Hans Christian Andersen que se puede emplear para enseñar la experiencia del prejuicio y la exclusión. 

EL PATITO FEO
“Un polluelo se negaba a alejarse del nido. Todos los demás patitos recién nacidos salieron a chapotear en la charca, pero éste, que era feo y oscuro, no se apartaba del lado de su madre.                                                                                                                           
Por fin, la madre, cada vez más enfadada, le obligó a salir y a reunirse con los demás. Pero éstos le decían: “Vete. Eres feo y nos estás aguando la fiesta; vete o será peor para ti”.                                                                                                                                              
“Todos los patitos lo ignoraban y lo hacían sentir como un marginado. Nadie lo defendía. El pobre patito no sabía qué hacer ni dónde esconderse. Era muy desgraciado porque su color le impedía reunirse con los demás miembros del grupo.                                                                                                  

Cada día que pasaba era peor que el anterior; sus propios hermanos y hermanas le decían: “Vamos lárgate”. “Cada vez más triste y deprimido, el patito feo abandonó la charca. Pensaba que era tan feo que nunca nadie querría ser su amigo. Un día mientras seguía de viaje, encontró una casa en la que vivía una señora, un gato y una gallina. Por fin se sintió comprendido y aceptado. Cuando llegó una bandada de cisnes quedó anonadado por su hermosura y, aunque toleraban su compañía, el patito feo se sintió triste porque otra vez pensó que nunca le querrían. “[…] Cuando llegó la primavera, el patito se sintió mucho más feliz porque las flores empezaban a florecer y los pajaritos cantaban en los árboles. Cuando salió y empezó a nadar, otra ave se fijó en su hermoso aspecto y en su gran belleza de cisne. Sin darse cuenta, el patito feo se había convertido en un animal magnífico.                                                                      

“Aquel día volvió al sitio donde había nacido. Como no lo reconocieron, los patitos que antes se habían burlado de él y lo habían rechazado, de repente se quedaron admirados. “Oh, qué hermoso eres!”, dijeron.                                                                                           
“Y qué bonitas plumas!” Pe ro el patito feo, aunque felicísimo, no se volvió vanidoso  porque tenía un gran corazón y se daba cuenta de lo superficiales que eran sus amigos 

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